Foto: Estacioneros de la capilla San Juan Bautista, compañía Cañadita, de la ciudad de Ñemby (Capturada por Sergio A. Noé R.)
Con tono monótono, exponiendo tristeza y dolor, estos grupos paraguayos entonan en cada Semana Santa cánticos tradicionales que reviven la vida, pasión y muerte de Jesús. Músicos analizan esta expresión de nuestra cultura.
Por Sergio A. Noé Ritter
Los estacioneros son grupos conformados por jóvenes y adultos que cantan melodías religiosas de origen popular. Se trata de una práctica transmitida de generación en generación.
El maestro Luis Szarán, en su Diccionario de la Música en el Paraguay, señala que estas melodías “en forma de canto-llano y con participación colectiva”, tienen influencia de la música española, “con acentos y giros melódicos locales”.
Mediante estas canciones, los estacioneros recuerdan en la Semana Santa o en cualquier momento del año, los dolorosos momentos vividos por Jesús antes de morir.
Para el doctor Stílver Cardozo, folclorista, la tradición “proviene de la antigua música cantada, creada y difundida en la colonia, por los padres de las Misiones Jesuíticas, y que se modificó en el tiempo”.
LETRA Y ESTILO. En cuanto al contenido de las canciones que entonan los estacioneros, la mayoría se relaciona a la Vida, Pasión y Muerte de Jesús.
“Tenemos composiciones específicas sobre la cruz, a Jesús crucificado, al Viernes Santo, a la muerte de Cristo, entre otras. Además, poseemos cánticos a la Virgen”, comenta Cecilio Ortiz, encargado de los estacioneros de la Capilla San Juan Bautista, de la Compañía Cañadita, de Ñemby.
Explicó también que esta música se conoce como purahéi ñembo’e o rezo cantado. “Algunos confunden nuestras canciones con el purahéi jahe’o (canto lloroso) o purahéi ñembyasy (canto triste). Son más bien, cantos melancólicos, en español y guaraní, interpretados a capela, sin ningún instrumento”, relata Ortiz.
Este señor, custodio y guardián de su grupo de estacioneros, cuenta que las canciones se fueron recopilando mediante el legado de los abuelos y padres de la zona.
“Con el tiempo reunimos canciones de otras capillas y hoy tenemos más de cien canciones registradas en un cuaderno manuscrito”, dice.
Para Stílver Cardozo, la forma melódica “tiene algo de música sacra, con varias voces”, lo que fue modificándose de acuerdo al temperamento y la calidad artística de la gente. “El modo penoso de cantar, indica el acompañamiento del creyente al sufrimiento de Cristo”, apunta.
CONTINUIDAD. Para preservar la tradición, los estacioneros se ocupan de incorporar a sus hijos en los grupos.
“Mediante los jóvenes, procuramos que la tradición se mantenga viva, ya que en varias localidades se ha extinguido”, comenta.
“Los estacioneros también cantan en los rezos familiares, en el Kurusu Ára o Exaltación de la Cruz (3 de mayo), el Día de Todos los Santos (1 de noviembre) y en novenarios.”
Estos grupos de canto cumplen con un rito particular en Semana Santa.
“Visitamos las casas de las familias que tienen un calvario. Allí, las dueñas del hogar salen con velas prendidas y reciben a los estacioneros y se arrodillan”, indica Ortiz.
Explica además que la motivación final de esta práctica es un profundo amor a Jesús. “Cristo es el rey supremo y nuestro salvador, que murió para redimirnos. A él debemos darle un interés personal importante”, concreta.
Cantico de los estacioneros
A continuación, se reproduce la letra de una música extraída del libro de cantos de los estacioneros de la capilla San Juan Bautista, compañía Cañadita, de la ciudad de Ñemby.
Qué triste el Viernes Santo
Estribillo
Qué triste el Viernes Santo,
para todo el buen cristiano
a ver Jesús nuestro Padre,
clavado de pies y manos.
Jesús que todo lo puedes,
Jesús que eres nuestro Padre,
no nos abandones nunca,
con tu santísima madre.
Señor nuestro protector,
en la tierra y en el cielo,
y en la hora más triste,
embalsamo del consuelo.
Comprendo mi Dios amado,
que por mi estás sufriendo,
y por mi grande culpa,
Jesús está muriendo.
Me arrodillo frente a tu imagen,
te lo pedimos perdón.
Perdóname Jesús mío,
y dame tu bendición.