viernes, 28 de mayo de 2010

A pie o sobre ruedas, todo medio vale para aprender a tocar el arpa en Paraguay

Foto (Sergio Noé): Arpistas del norte en la ciudad de Horqueta (Paraguay).

Noveles talentos del arpa se gestan con sacrificio en el Norte del Paraguay. Sortear kilómetros para asistir a clases o reunir fondos para viajar a festivales son los desafíos que viven estos chicos por "amor al arte". Por Sergio A. Noé Ritter
Los obstáculos que atraviesan los jóvenes del norte del Paraguay para convertirse en músicos son varios, desde asistir a las clases con un arpa sobre la motocicleta o bien caminando varios kilómetros con el instrumento a cuestas.

Aunque esto parezca una odisea, los conciertos representan un reto mayor. Además de las horas de ensayo, los chicos deben reunir el dinero para comprar sus uniformes de gala y, en algunos casos, deben prestar zapatos.

Con todo esto, estos noveles músicos y sus comunidades demuestran que verdaderamente aman el arte.

"Nuestros padres nos ayudan mucho, tanto en lo financiero como en lo sicológico, así como la comunidad", cuenta Elba Coronel (14), una de las arpistas de Horqueta (Departamento de Concepción, Paraguay), que integra el proyecto Sonidos de la Tierra.

SOBRE RUEDAS. Elba, al igual que su compañera Lía Ávalos (15), estudian música desde hace un año, y acuden al local de los ensayos en su moto, transportando el arpa.

Alejandra Álvarez (10), de Concepción, es otra de las niñas que llevan el arpa en la moto. "Mientras papá conduce la moto, yo voy atrás atajando el arpa", revela.

ENTUSIASMO. Aunque estas niñas y adolescentes solo tienen clases una vez a la semana, también acuerdan con los demás para ensayar otros días.

También se unen para juntar fondos, con ayuda de la comunidad. "Salimos a recorrer, casa por casa, para ofrecer adhe- siones para las polladas. Con ello, recaudamos dinero para los viajes", relata Elba Coronel.

Como el resto de sus compañeras, se prepara para participar del próximo Festival del Arpa que abre los festejos del Bicentenario, el próximo mes, en Asunción (Paraguay).

DESAFÍOS. Cuando se sueltan las cuerdas del arpa, no les queda más remedio que esperar hasta la clase del sábado para reponerlas. "El profesor Richard Yua (19) viene cada semana a enseñarnos. Con sus visitas, le pedimos que nos traiga cuerdas", comenta una de las arpistas.

Richard Yua es otro joven talento de la música, comprometido con la formación de los jóvenes músicos.

El arpista viaja desde Repatriación (Departamento de Caaguazú, Paraguay) cada sábado, para enseñar arpa a los niños de Horqueta, a la mañana, y adiestrar a los chicos de Concepción (Paraguay), a la tarde.

Para los ensayos y las clases, los padres de las comunidades del Norte se unen para preparan la mediamañana, el almuerzo o la merienda.

VISITA. El arpista César Cataldo visitó Horqueta (Paraguay) el fin de semana último, para preparar el repertorio que se presentará en el festival que se celebrará en Asunción (Paraguay).

La meta del músico, como coordinador musical, es juntar 200 arpistas, procedentes de todo el país. Para ello, visitó a los arpistas de Sonidos de la Tierra de Horqueta, Concepción y Pedro Juan Caballero, todas ciudades del norte (Paraguay).

"El talento de los chicos es indiscutible. Repetimos hasta 40 veces la misma música. No se cansan de tocar lo mismo, y lo hacen con gusto. Son conscientes de que debe ejecutarse bien", destaca el músico.

COMUNIDAD SOLIDARIA

Con tan solo 9 años, Paola Rolón ya toca el arpa paraguaya desde hace un año, gracias al proyecto Sonidos de la Tierra.

Vive en el barrio Virgen de los Pobres, de la ciudad de Pedro Juan Caballero (Paraguay), y junto con su hermano Cléver Ismael (14) recorren kilómetros para acudir a los ensayos que se realizan en la ciudad.

Para sortear la distancia, llevan dos arpas en la moto conducida por su padre.

"Me gusta el arpa, y ya toco varias polcas", revela con alegría una de las más pequeñas del Norte en aprender este instrumento.

Este gran entusiasmo de los chicos por aprender no es frenado ni por la distancia ni por la falta de dinero, ya que el sacrificio de los padres y la solidaridad de la comunidad son enormes.

Según el arpista César Cataldo, la llegada del arpa a las comunidades se tradujo en un impacto social importante. "Con el arpa, los niños y adolescentes tienen experiencias positivas, que fomentan su autoestima. Lo interesante es darles a los chicos la posibilidad real de tomar la música como una actividad laboral", concluye.

Publicado en Última Hora, el miércoles 21 de abril de 2010
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